Sin ambivalencias el primer amor, visto a través de los ojos de la poesía, es tanto un momento de felicidad como el comienzo de una muerte lenta. Saber que en esos labios se condensan todos los besos del futuro, la medida y una cifra imprecisa de caricias, considero es indefinible en términos de bendición o condena.
John Clare, más diáfano que mis balbuceantes introducciones, nos plantea la siguiente situación: Alguien contempla a una dama, se enamora, siente que es un momento trascendental, y sabe que su corazón ya no será suyo.
¿Bendición o condena? Que alguien que conserve el corazón en su propio pecho responda. Yo, ya no lo se.
John Clare, más diáfano que mis balbuceantes introducciones, nos plantea la siguiente situación: Alguien contempla a una dama, se enamora, siente que es un momento trascendental, y sabe que su corazón ya no será suyo.
¿Bendición o condena? Que alguien que conserve el corazón en su propio pecho responda. Yo, ya no lo se.
Primer Amor.
First Love; John Clare (1793-1864)
Nunca fui golpeado antes de esa hora
Por un amor tan dulce y repentino,
Su rostro floreció con aires marinos
Y se llevó mi corazón lejos, definitivamente.
Mi rostro empalideció con el blanco de los muertos,
Mis piernas se negaron a marchar,
Y cuando ella miró ¿a quién podría reclamar?
Mi vida y mi todo se convertían en piedras de sal.
Entonces la sangre se apresuró en mi rostro
Y arrebató aquel paisaje de mis ojos,
Los árboles y arbustos del lugar
Fueron mediodía y crepúsculo.
No pude ver una sola cosa,
Palabras había en mis ojos
-Hablando con el acorde de las cadenas-
Y la sangre ardiente se volcó a mi corazón.
¿Tienen las flores la elección del invierno?
¿Es el lecho del amor siempre helado?
Parecía que ella oía mi silenciosa voz,
El amor no es un llamado al saber.
Yo nunca vi un rostro tan dulce
Como aquel que estaba frente a mi.
Desde entonces mi corazón abandonó mi cuerpo,
Y ya nunca retornó.
Nunca fui golpeado antes de esa hora
Por un amor tan dulce y repentino,
Su rostro floreció con aires marinos
Y se llevó mi corazón lejos, definitivamente.
Mi rostro empalideció con el blanco de los muertos,
Mis piernas se negaron a marchar,
Y cuando ella miró ¿a quién podría reclamar?
Mi vida y mi todo se convertían en piedras de sal.
Entonces la sangre se apresuró en mi rostro
Y arrebató aquel paisaje de mis ojos,
Los árboles y arbustos del lugar
Fueron mediodía y crepúsculo.
No pude ver una sola cosa,
Palabras había en mis ojos
-Hablando con el acorde de las cadenas-
Y la sangre ardiente se volcó a mi corazón.
¿Tienen las flores la elección del invierno?
¿Es el lecho del amor siempre helado?
Parecía que ella oía mi silenciosa voz,
El amor no es un llamado al saber.
Yo nunca vi un rostro tan dulce
Como aquel que estaba frente a mi.
Desde entonces mi corazón abandonó mi cuerpo,
Y ya nunca retornó.
John Clare
2 Comentarios:
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