Creo que a todos nos ha pasado lo que Gustavo Adolfo Becquer nos relatará en este excelente poema. Aquellos que jamás han sentido la profunda alegría y angustia que causa el amor, posiblemente no entiendan demasiado bien a qué oscuras cuestiones se refiere nuestro poeta; pero claro, si estos espectrales e hipotéticos seres jamás han escuchado la llamada de la pasión, la comprensión de un poema es el menor de sus problemas.
Cuando nuestro corazón no nos pertenece completamente, es cuando podemos estar seguros de estar enamorados: es como si la realidad cotidiana fuese vista a través de un cristal, no para deformarla, sino para darle su justa medida. Es en este universo, lleno de arrebatadoras presencias y de desdichadas ausencias, donde todos los rostros de la creación parecen hablarnos de nuestro amor; como si cada aspecto del mundo viniese a dar fe de la existencia de la felicidad.
Nuestros lectores escépticos podrán rebatir que esta es una realidad falsa, que el trabajo que tenemos o los estudios que cursamos siguen siendo los mismos; que nuestra supuesta nueva vida es tan frágil como la anterior, y que basta un simple dolor de muelas para arrancarnos de ese paraíso artificial. A esto contestaremos que sí, ciertamente la realidad del amor es tan brumosa como la poesía, irreal como los sueños, y falsa como la esperanza. Pero lo cierto es que para el enamorado, la poesía ya no es un juego literario, o una ambición estética; para él la poesía es el único idioma que puede expresar el torbellino que agita su corazón; los sueños han perdido ese carácter personal y nebuloso, y se transforman en visiones completas, inequívocas, dibujando un futuro que sólo es concebible en compañía del otro. Lo mismo sucede con la esperanza, la cual sólo es patrimonio de los que no se conforman con lo aparente, de los que intuyen que la realidad no concluye con las oscuras fronteras de nuestros sentidos.
Así el enamorado cree ver el rostro de su amada hasta en los detalles más prosaicos de la vida cotidiana. Lejos de las ominosas visiones de paisajes románticos y bucólicos, y más cerca de la simple brisa de invierno, o de los ecos sombríos de un beso que ha comenzado a perder su sabor.
Cuando nuestro corazón no nos pertenece completamente, es cuando podemos estar seguros de estar enamorados: es como si la realidad cotidiana fuese vista a través de un cristal, no para deformarla, sino para darle su justa medida. Es en este universo, lleno de arrebatadoras presencias y de desdichadas ausencias, donde todos los rostros de la creación parecen hablarnos de nuestro amor; como si cada aspecto del mundo viniese a dar fe de la existencia de la felicidad.
Nuestros lectores escépticos podrán rebatir que esta es una realidad falsa, que el trabajo que tenemos o los estudios que cursamos siguen siendo los mismos; que nuestra supuesta nueva vida es tan frágil como la anterior, y que basta un simple dolor de muelas para arrancarnos de ese paraíso artificial. A esto contestaremos que sí, ciertamente la realidad del amor es tan brumosa como la poesía, irreal como los sueños, y falsa como la esperanza. Pero lo cierto es que para el enamorado, la poesía ya no es un juego literario, o una ambición estética; para él la poesía es el único idioma que puede expresar el torbellino que agita su corazón; los sueños han perdido ese carácter personal y nebuloso, y se transforman en visiones completas, inequívocas, dibujando un futuro que sólo es concebible en compañía del otro. Lo mismo sucede con la esperanza, la cual sólo es patrimonio de los que no se conforman con lo aparente, de los que intuyen que la realidad no concluye con las oscuras fronteras de nuestros sentidos.
Así el enamorado cree ver el rostro de su amada hasta en los detalles más prosaicos de la vida cotidiana. Lejos de las ominosas visiones de paisajes románticos y bucólicos, y más cerca de la simple brisa de invierno, o de los ecos sombríos de un beso que ha comenzado a perder su sabor.
Cuando Entre La Sombra Oscura
(Gustavo Adolfo Becquer 1836 - 1870)
(Gustavo Adolfo Becquer 1836 - 1870)
Cuando entre la sombra oscura
perdida una voz murmura
turbando su triste calma,
si en el fondo de mi alma
la oigo dulce resonar,
Dime: ¿es que el viento en sus giros
se queja, o que tus suspiros
me hablan de amor al pasar?
Cuando el sol en mi ventana
rojo brilla a la mañana
y mi amor tu sombra evoca,
si en mi boca de otra boca
sentir creo la impresión,
Dime: ¿es que ciego deliro,
o que un beso en un suspiro
me envía tu corazón?
Y en el luminoso día
y en la alta noche sombría,
si en todo cuanto rodea
al alma que te desea
te creo sentir y ver,
Dime: ¿es que toco y respiro
soñando, o que en un suspiro
me das tu aliento a beber?
perdida una voz murmura
turbando su triste calma,
si en el fondo de mi alma
la oigo dulce resonar,
Dime: ¿es que el viento en sus giros
se queja, o que tus suspiros
me hablan de amor al pasar?
Cuando el sol en mi ventana
rojo brilla a la mañana
y mi amor tu sombra evoca,
si en mi boca de otra boca
sentir creo la impresión,
Dime: ¿es que ciego deliro,
o que un beso en un suspiro
me envía tu corazón?
Y en el luminoso día
y en la alta noche sombría,
si en todo cuanto rodea
al alma que te desea
te creo sentir y ver,
Dime: ¿es que toco y respiro
soñando, o que en un suspiro
me das tu aliento a beber?
Gustavo Adolfo Becquer.
HOLA YO MARITZA RETO A CUAL QUIER VAMPIRO DESANGRE REAL A ENCONTRAME I TRANSFORMARME EN VAMPIRA ONO SON CAPACES PEROYA VIVO EN COLOMBIA EN BOGOTA EN EL BARRIO LA ESTRADA LOS ESPERO SABRAN QUIEN SOY NO SON CAPACES LOS ESPERO
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