lunes, 1 de noviembre de 2010

NOSFERATU :: ORIGEN

El origen y significado de la palabra Nosferatu, tan mencionada en novelas y relatos de vampiros, es bastante complicado de rastrear, y virtualmente imposible de consignar como un misterio lingüístico terminado.

El folklore rumano nos describe a los Nosferatu como una raza de vampiros particularmente desagradable. Sus formas no se diferencian demasiado de un cadáver en descomposición. De hecho, y siguiendo el camino de las tradiciones populares, un Nosferatu es una entidad vampírica que comienza sus actividades necrófagas con sus propias extremidades, masticando y royendo sus brazos y piernas antes de aventurarse fuera de la tumba.

Bram Stoker utiliza la palabra Nosferatu a través de Abraham Van Helsing, quien afirma que el conde Drácula es parte de esta estirpe aberrante. No obstante, el término no es de su autoría, ni tampoco un descubrimiento personal. Emily Gerard la utiliza por primera vez en occidente en su obra La tierra más allá del bosque (The land beyond the forest, una traducción literal de la palabra latina Transilvania), para describir a los vampiros del folklore rumano.

Curiosamente, no existen menciones de la palabra Nosferatu en la lengua rumana, de hecho, su construcción es bastante improbable en dicha lengua. Casi todos los ligüistas de comienzos del siglo XX coinciden en que la palabra Nosferatu es una contracción del término griego Nosophoros (νοσοφόρος), que significa Portador de enfermedad. En otras palabras: infectado.

Una vez desentrañado este misterio la cuestión se derrumbó frente a una simple revisión de la literatura griega: no existe ningún texto que mencione la palabra Nosophoros. Salvo algunos entusiastas de la explicación griega, que han visto la variante Nosephores en un libelo de Marcelo de Side, escrito en el siglo II d.C, la mayoría archivó esta posibilidad.

Con el tiempo, y debido a la imposibilidad lingüística de explicar la palabra Nosferatu como una contracción de Nosophoros, las mentes más lúcidas de la filología comenzaron a cuestionar las capacidades auditivas de Gerard. Es sabido que los conocimientos de Gerard sobre la lengua rumana eran, al menos, aproximativos, de modo que no sería improbable que se haya equivocado al consignar el término.

Algunos roedores de biblioteca vociferan que, en realidad, Nosferatu es un tropezón escandaloso de Gerard. La voz rumana correcta sería Necurat (Necuratul), que significa Impuro, o bien Nesuferit (Nesuferitul), Imparable. Ambos nombres están asociados, al menos en Rumania, con la Nigromancia, lo cual los acerca convenientemente a la teoría vampírica de sus orígenes.

Sea cual sea el origen de la palabra Nosferatu -no sere quien lo decidan- queda claro que, en ocasiones, la raiz de una palabra poco influye en las ramificaciones que crecen en el espíritu colectivo de los pueblos. Quienes creen en vampiros, lamias, empusas, o nosferatus, son aquellos que han bebido el mito como un terror palpable en sus tierras, y no necesitan de severos análisis filológicos para explicar ese temblor trasmitido en la lactancia, pues un símbolo mucho más duro y áspero que las letras se hace dueño del concepto: un horror ancestral, remoto, construído sobre tradiciones susurradas a la luz del fuego, y que poco tienen en común con nuestra liturgia fantástica, hecha de leves escalofríos en alguna biblioteca bien iluminada.


martes, 5 de octubre de 2010

AMOR Y LOCURA


El Amor y la Locura no son opuestos. Ambos se entrelazan y penetran mutuamente, hasta el punto que no es posible determinar cuál es la causa y cuál su consecuencia. ¿El Amor engendra la Locura, o es la insanía la razón por la que amamos? Ciertamente no tenemos una respuesta, aunque sospecho que para amar se necesita cierta dosis de inestabilidad. Nadie en su sano juicio pondría su alma a disposición del capricho de un tercero, y sin embargo sólo en esta entrega desquiciada encontramos la paz.

Thomas Campbell, uno de los grandes poetas del romanticismo, ha intentado recorrer el sombrío sendero del Amor y la Locura. Su tragedia se sitúa en un ambiente medieval, en una realidad onírica dónde las visiones del remordimiento cobran una forma lúgubre y concreta.

Aquí, una doncella ha matado a su amante. En la lejanía oye las campanas nocturnas, y sabe que el fantasma de su víctima retornará para reclamar su compañía. Ella no se lamenta por este destino, tampoco se arrepiente de su crimen. En su corazón exaltado, el odio debe concluir lo que el amor comenzó.


Amor y Locura.
Love and Madness, Thomas Campbell. (1777 - 1844)


¡Escuchad! ¡Desde las almenas de las lejanas torres
La solemne campana ha golpeado en la medianoche!
Arrebatado de las visiones de su inquieto sueño,
El pobre Broderick despierta, y se lamenta en soledad.

Cesad, Memoria, cesad (sin amigos y apenada llora)
De castigar este pecho abrumado con severas pruebas.
Oh, nunca cesa mi alma pensativa al extraviarse
En los brillantes campos de la Fortuna, en los días mejores,
Cuándo la esperanza era joven, y la música de la mente
Alababa todos sus encantos, y Errington era agradable.

Sin embargo puedo cesar, mientras temblorosa me agito,
De suspirar y murmurar tu nombre melancólico.
Oigo tu espíritu en cada gemido de la tormenta.
En las sombras nocturnas veo pasar tu figura,
Pálida como los condenados en su triste locura.
Veo en lo profundo de tu corazón perjuro, el sangriento acero.

¡Demonios de la Venganza! Bajo vuestro mando
Empuñé la espada con algo más que delicadas manos,
Decid: ¿es la vacilante voz de la piedad,
O es aquel húmedo horror el propósito del alma?
¡No! Mi corazón salvaje se sentó triste sobre la llanura,
Hasta que el Odio complete lo que el Amor comenzó.

Si, dejad que el seno frío que nunca supo
De la ternura súbita y generosa de la naturaleza,
Mezclando la piedad con la hiel de la burla,
Condene este corazón que sangró con amor abandonado.

¡Y vosotros, orgullosos, cuyas almas no agitan la alegría,
Salvad con brillante encanto el homenaje del enamorado!
Plácidos ídolos de un sendero sangrante,
Vuestros cálidos sentimientos pueden ser huéspedes del dolor,
Cuando el inocente, fiel corazón, inspire la prueba
De la amistad refinada, la tranquila delicia del amor;
Y sientan que sus tiernas cadenas os desgarran con angustia,
Quebrando el perjurio del orgullo en inhumano desprecio.

Decid, entonces ¿el piadoso Cielo condena tus lágrimas,
Cuando la Venganza te ordena, enamorado, sangrar?
Largo tiempo he visto surgir tu oscura aprensión,
Con el pecho desgarrado y tus votos despreciados,
Triste, lloré con mi amigo, el amante cambiado,
Tu mirada era fría, altiva y extraviada,
Hasta que el refugio de tu amor me fue arrebatado,
Entonces erré sin esperanzas, sin amigos, en soledad.

¡Oh, Cielo de los Justos! ¡Fue entonces cuando mi alma torturada
Cedió su control y dio lugar a la ira más descontrolada!
¡Adiós a la silenciosa mirada, a los ojos extraviados,
A las planicies murmurantes, a lo profundo de tu corazón perjuró!
El largo sueño despierta los actos de la Venganza;
Él grita, él cae, su desgarrado corazón sangra.
Ahora, la última sonrisa de la agonía se ha borrado,
Pálido y ensangrentado duerme, y no despertará jamás.

¡Está Hecho! ¡La llama del odio ya no arderá:
La vida regresa, pero es demasiado tarde para comenzar!
¿Por qué mi alma siente el vago vuelo de la aflicción?
¡Tembloroso y débil, suelto el culpable acero!
Frío sobre mi corazón yace la mano del terror,
Y sombras de horror se agitan ante mis lánguidos ojos.

¡Oh, fue el asesinato la más amarga de las espigas!
¿Retornará la justa ira del frío espíritu de Broderick?
Siempre un fiel amigo, un amante tierno que ha caído.
¿Dónde brilló el Amor no podría habitar la Piedad?

¡Juventud desdichada! Mientras su palidez asciende
Para observar el profundo y silencioso reposo del crepúsculo,
Tu espectro insomne, respirando desde la tumba,
Predice mi suerte y me convoca a la oscuridad.
Una vez más veo tu lúgubre espíritu de pie,
Tus ojos oscuros y tus manos lívidas que me llaman.

Pronto, este efímero eco de la llama vital
Olvidará su lánguida melancolía.
Pronto, estos ojos húmedos cerrarán sus ventanas.
¡Bienvenido el largo reposo de las noches sin sueños!
Pronto, este desgastado lamento callará;
Porque en el calmo letargo del ocaso
Hasta el Dolor se olvida de llorar.

Thomas Campbell

domingo, 30 de mayo de 2010

LA DONCELLA DE ORLÉANS

La doncella de Orléans es nada menos que Juana de Arco (alias la Señora del bosque, Das Mädchen aus Domrémy, La Pucelle, y un largo etcétera).

La tragedia de Friedrich Schiller fue escrita en 1801, y hoy la recordamos el aniversario de la muerte de Juana de Arco. Habrá que decir que Juana fue sentenciada a la hoguera en Ruan, tras una escandalosa traición de los borgoñones quienes la entregaron a los ingleses. El duque de Bedford la condenó como hereje; y el fuego acabó con ella en 1431.

Un cuarto de siglo después de aquel proceso infame, Carlos VII presionó sobre la iglesia para que revise sus actas y los documentos inquisitoriales. En 1456 se declaró que las pruebas que la condenaron eran falsas. Finalmente la inocencia de Juana de Arco fue reconocida. Ya en el siglo XX, en 1909 para ser más precisos, Juana de Arco fue beatificada, y en 1920 fue definitivamente santificada, convirtiendo a la Dama de Domrémy como la santa patrona de Francia.

Semejante personaje no podía pasar inadvertido para la literatura; incluso su nombre, Juana de Arco, es casi una creación literaria. Ella escribía su nombre con un simple Jehannette; el apellido de su padre era Darc; y un poeta de 1576, no sabemos si intencionalmente o producto del azar; deslizó un apóstrofe, inmortalizando el d'Arc, de Arco.

Hoy 30 de mayo se recuerda la muerte de Juana de Arco, tanto de la heroína real como de la mística dama de los bosques franceses. Ambas son inseparables, ambas pertenecen al mito tanto como a la historia. Y si la Juana de Arco que azotó a los ingleses en Orléans merece su recuerdo; aquella que de niña era visitada por los ángeles y espíritus, asistiendo temblorosa a los funerales de las hadas, merece también una pequeña evocación de nuestra parte.

lunes, 22 de marzo de 2010

PRIMER AMOR :: LADY IN BLACK

Sin ambivalencias el primer amor, visto a través de los ojos de la poesía, es tanto un momento de felicidad como el comienzo de una muerte lenta. Saber que en esos labios se condensan todos los besos del futuro, la medida y una cifra imprecisa de caricias, considero es indefinible en términos de bendición o condena.

John Clare, más diáfano que mis balbuceantes introducciones, nos plantea la siguiente situación: Alguien contempla a una dama, se enamora, siente que es un momento trascendental, y sabe que su corazón ya no será suyo.

¿Bendición o condena? Que alguien que conserve el corazón en su propio pecho responda. Yo, ya no lo se.

Primer Amor.
First Love; John Clare (1793-1864)

Nunca fui golpeado antes de esa hora
Por un amor tan dulce y repentino,
Su rostro floreció con aires marinos
Y se llevó mi corazón lejos, definitivamente.
Mi rostro empalideció con el blanco de los muertos,
Mis piernas se negaron a marchar,
Y cuando ella miró ¿a quién podría reclamar?
Mi vida y mi todo se convertían en piedras de sal.

Entonces la sangre se apresuró en mi rostro
Y arrebató aquel paisaje de mis ojos,
Los árboles y arbustos del lugar
Fueron mediodía y crepúsculo.
No pude ver una sola cosa,
Palabras había en mis ojos
-Hablando con el acorde de las cadenas-
Y la sangre ardiente se volcó a mi corazón.

¿Tienen las flores la elección del invierno?
¿Es el lecho del amor siempre helado?
Parecía que ella oía mi silenciosa voz,
El amor no es un llamado al saber.
Yo nunca vi un rostro tan dulce
Como aquel que estaba frente a mi.
Desde entonces mi corazón abandonó mi cuerpo,
Y ya nunca retornó.
John Clare